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miércoles, 25 de noviembre de 2009


EL JUGUETE Y EL DESARROLLO FÍSICO Y PSÍQUICO DEL NIÑO Y LA NIÑA
Siempre que se comienza a tratar sobre las particularidades del juguete y sus efectos y relaciones con el desarrollo de los niños y niñas, invariablemente se correlacionan con la significación del juego, pues en dependencia de la misma es que generalmente se concibe la elaboración de dichos objetos. Así, por ejemplo, J. Piaget establece una clasificación de los juegos que es ampliamente conocida, y en la que se especifican que estos pueden ser funcionales, de construcción, de reglas, de roles, y didácticos, si bien estos últimos no constituyen realmente una categoría en sí mismos, sino una que es extensible a las demás, concepto sobre el cual se ha de volver en un momento posterior.
Sobre la base de esta clasificación de los juegos se organiza a su vez una idéntica referente a los juguetes, y se habla entonces de juguetes funcionales, de construcción, de roles, reglas y didácticos, que tienen determinados contenidos, funciones educativas y patrones de acción, estrechamente relacionados con el desarrollo de los juegos a que se refieren, y que se materializan en tipos determinados de objetos que se supone gozan de estas propiedades. De esta manera el juguete aparece como algo sin significación en sí mismo como objeto de la realidad, y sus efectos sobre el desarrollo físico y psíquico se valoran solamente en sentido de lo que proporciona el juego como tal. Esto, que en cierta medida es aceptable, limita, sin embargo, conocer verdaderamente las posibilidades del juguete para el desarrollo de los niños y niñas, pues solamente lo concreta a la situación del juego. Y si bien esta es la actividad más importante del niño y niña de edad preescolar, no es el único tipo de actividad que estos realizan, y en la cual, el juguete, como objeto de la realidad, también ejerce una acción estimulatoria sobre los distintos procesos y propiedades psíquicas, aunque no estén inmersos dentro de una actividad de juego propiamente dicha.
Por ejemplo, cuando el niño lactante manipula un objeto cualquiera, como puede ser una pelota (que generalmente se considera que es un juguete) y realiza varias acciones repetitivas con la misma, esto realmente no es un juego, ya que tales acciones se dirigen a conocer el objeto, sus particularidades y propiedades, y no a obtener un goce o disfrute con el mismo. A esta primera fase de la actividad con objetos es lo que se suele llamar como manipulación de objetos, y que siempre está dirigida al conocimiento de las características externas de los mismos. Pero, no obstante no está en una actividad propiamente de juego, sin embargo, dicho objeto (el juguete) ha propiciado una estimulación de diversos procesos y cualidades psíquicas, tales como la discriminación y diferenciación perceptual, la concentración de la atención, la generalización de relaciones, el razonamiento, en fin, ha tenido un efecto importante a los fines del desarrollo del niño o la niña.
Claro está, si esto también puede o no considerarse como juego en una discusión histórica dentro de la ciencia psicológica, algo que no va a ser objeto de análisis en el momento, lo importante es hacer notar que las posibilidades del juguete para el desarrollo no solo se circunscriben a la actividad de juego en sí misma, sino que van más allá, al conjunto de todas las actividades que el niño y la niña realizan en su transcurso evolutivo. Y que, por lo tanto, su estudio no solamente ha de hacerse en relación con sus posibilidades para concretar los objetivos del juego, sino de las más variadas actividades que los niños y niñas hacen, y consecuentemente, referidos a todas sus cualidades y procesos psíquicos y físicos. Y esto amplía, la viabilidad del juguete como medio para potenciar el desarrollo infantil.
De esta manera la finalidad de un juguete es estimular la actividad y la iniciativa de los niños y las niñas, posibilitando así que los más diversos procesos y cualidades psíquicas, así como las destrezas motrices, se desarrollen en relación con las particularidades intrínsecas de cada tipo de juguete y lo que este fundamentalmente promueve en cada acción psíquica o física. Se remarca señalar el aspecto "fundamental" que cada tipo de juguete potencia, para destacar que en un mismo objeto-juguete están asentadas no solo la acción psíquica que constituyen su función principal, sino también otros sobre las que igualmente ejerce un efecto, aunque no sea tan destacado en algunos casos. En el caso de la pelota anteriormente mencionada, si bien es obvio suponer que su principal dirección sea activar la actividad motora gruesa y los movimientos finos de la mano para el agarre, también actúa sobre la percepción de la forma, la sensibilidad táctil, la discriminación visual, entre otras propiedades. Ello evita considerar a un tipo de juguete exclusivo para una determinada particularidad del desarrollo, sino que abarca un amplio rango de posibilidades de estimulación.
Un fin principal del juguete lo es también el ofrecer al niño y la niña la oportunidad de expresarse y poner en práctica las nuevas habilidades adquiridas en las sucesivas fases de su desarrollo normal, en particular en la etapa infantil en la que el juego es la actividad fundamental y parte consustancial del medio en el cual se educan, constituyendo el instrumento básico de su proceso educativo.


EL DESARROLLO PSICOMOTOR DEL NIÑO DESDE SU NACIMIENTO HASTA LOS 2 AÑOS

A continuación expondré en mi trabajo a grandes rasgos el desarrollo psicomotor de un niño desde que nace hasta los dos años de edad aproximadamente. El adulto, aunque no puede actuar ante las reacciones del niño en un campo tan amplio como en edades más avanzadas, también puede llevar a cabo acciones que beneficiarán al desarrollo motor del niño.

El control de los numerosos músculos del cuerpo se establece gradualmente según una progresión que depende de la maduración de las fibras nerviosas, que desde el cerebro van a parar a los diferentes músculos.

Así, mientras en el primer trimestre alcanzan su madurez los músculos de la boca y de los ojos; en el segundo serán los de la cabeza, cuello y espalda; en el tercero los del tronco, brazos y manos; en el cuarto los de las piernas, pies y dedos de la mano.

De esta forma se podrá ver que el progresivo desarrollo de los movimientos voluntarios del niño sigue aproximadamente este orden descendente, iniciándose en la cabeza y terminando por los pies. La actividad motora, que un principio tiene lugar de una forma grosera, con mayor participación del automatismo que de la voluntad, poco a poco va tomando un carácter más preciso hasta conseguir que en la completa madurez todos los movimientos se efectúen bajo control de la voluntad.

Al nacer, el bebé presenta los miembros doblados sobre sí mismos en una posición que es la continuación de su actitud fetal, ya que su estado de madurez motora es prácticamente el mismo que durante su estancia en el claustro materno. Los músculos están extraordinariamente rígidos e hipertónicos, pero este estado irá desapareciendo progresivamente hasta los seis meses en que la relajación muscular será considerable.

Sosteniendo al recién nacido por las axilas, la cabeza cae pesadamente hacia delante, debido a la falta de tono de sus músculos.

La cabeza del recién nacido se balancea en todas las direcciones como si pesara excesivamente, en parte por la falta de madurez de los músculos del cuello y en parte porque realmente la cabeza del recién nacido pesa excesivamente (una tercera parte de su peso total). Hacia los tres meses la mantiene mejor, no cayendo más que hacia delante o hacia atrás en determinadas ocasiones. Hacia los cuatro meses la mantiene perfectamente, pero en cambio no se mantiene sentado, y si se intenta hacerlo, cae fácilmente hacia atrás.

El recién nacido esta enteramente sometido en un principio a movimientos involuntarios y automática que no desaparecen hasta el mes y medio, en que van iniciando su obediencia a la voluntad. La rigidez inicial va atenuándose y hacia el cuarto mes el niño comienza a mover con placer todos sus miembros, especialmente cuando se encuentra desnudo sobre una superficie plana, estirando las piernas y moviendo con gran desahogo los brazos y las manos.

Cuando se levanta el recién nacido, que ha permanecido tumbado boca arriba, de ambas manos, la cabeza cae hacia atrás.

A partir de los tres meses, cuando toma el biberón, siente la inclinación a cogerlo entre sus manos y llevarlo a la boca. De la misma manera intenta la presión de determinados objetos aunque lo efectúa de una forma inhábil y brusca.

A partir de los cuatro meses el niño está mucho menos rígido y mantiene perfectamente la cabeza. Al intentar incorporarlo, con apoyo bimanual, él mismo hace un esfuerzo para levantarse, manteniendo la cabeza hacia delante. Cuando se encuentra tumbado, sus cuatro miembros se mueven de placer, juega con sus manos, intenta cogerse los pies y hacia los cinco meses consigue llevarlos a la boca. Agarra con más o menos habilidad los objetos que están a su alcance, pero sus manos todavía se crispan al hacerlo y una vez ha cogido un objeto resulta bastante difícil hacer que lo suelte.

A los seis meses el niño lleva ya la cabeza muy derecha e intenta mantenerse sentado. Al principio debe ayudársele, pero poco a poco, va aguantándose mejor. Es ahora conveniente sostenerle algunos ratos sentado entre almohadones; acelerará sus progresos en está posición y se evitará que pueda lastimarse. A esta edad los movimientos de las piernas son más voluntarios y mejor controlados y el niño puede empezar a mantenerse de pie unos instantes si se le sostiene por las axilas. Los movimientos de los brazos y de las manos son menos automáticos; experimenta la necesidad de tomar los objetos que ve a su alrededor y los sostiene francamente con las dos manos, habiendo desaparecido casi totalmente la crispación y la rigidez. Es capaz incluso de tener un objeto en cada mano.

A los ocho meses el niño puede mantenerse perfectamente sentado solo, sin ningún apoyo, y es capaz de inclinarse y enderezarse a voluntad, volver la cabeza hacia los lados, mantenerse de pie agarrado a los barrotes de su camita o del parque, durante unos instantes. Le gusta estar echado boca abajo con la cabeza muy levantada, haciendo trabajar los músculos de la espalda y del abdomen. Entre el dedo pulgar y los otros dedos reunidos es capaz de coger un objeto plano sin que se le caiga, y siente una especial atracción por tocar todos aquellos objetos que le llaman la atención. Es el momento de colocarle varias horas al día en el parque, con juguetes con los que no pueda lastimarse, donde permanecerá sentado o echado y donde podrá ensayar un sinnúmero de movimientos voluntarios.

Entre los diez y los doce meses, la rigidez de los brazos y de las piernas ha desaparecido completamente y el bebé inicia la marcha a gatas o se traslada de un lugar a otro arrastrándose sentado. Se sienta, se coloca boca abajo o se pone de pie en la cuna o en el parque sin la ayuda de nadie, y si se le sostiene por debajo de las axilas es capaz de dar algunos pasos. Los progresos de sus manos son importantes, llegando ya a cogen objetos entre el pulgar y el índice.

Al intentar incorporarse, hace un esfuerzo por conseguirlo, manteniendo la cabeza erguida y los músculos del abdomen en tensión.

A los doce meses, la marcha a gatas se efectúa sin dificultad. El bebé sabe mantenerse también de pie e inicia sus primeros pasos sostenido o bien apoyándose en los muebles que tiene a su alcance. Sus manos toman perfectamente la cuchara intentando llevarse los alimentos a la boca, aunque de una forma totalmente inhábil, pero no por ello se le debe impedir que lo efectúe, sino que, al contrario, se le animará a que lo haga, procurando únicamente corregirle para que consiga una mayor perfección y seguridad en sus movimientos.

A los catorce meses el niño anda solo, sin ninguna clase de apoyo, pero cae muy a menudo. Las caídas del niño durante su aprendizaje en la marcha son frecuentes pero nunca peligrosas, especialmente si se tiene la precaución de alejar de la zona donde se encuentra el niño todos aquellos muebles y objetos que por su dureza, o por presentar cantos o aristas, podrían lastimarle en una de sus caídas.

A partir de los dieciséis meses, se experimentan grandes progresos en la marcha del niño, que es capaz de correr y efectuar todos los movimientos con agilidad. Con el tiempo, hasta los dos años, el niño va ganando en agilidad en sus movimientos. Es capaz de subir y bajar de la cama y de las sillas, de sentarse y de levantarse sin ayuda. Ante una escalera intenta subir a gatas hasta que se ve capaz de hacerlo por si solo. Con las manos es capaz de llevarse la cuchara a la boca sin dificultad, y puede efectuar movimientos complicados con los dedos, tales como abrocharse y desabrocharse, meter objetos dentro de recipientes y extraerlos a continuación, pasar las páginas de un libro, jugar con los cubos de un rompecabezas, etc.

DESARROLLO PSOCOMOTOR DEL NIÑO ENTRE LOS DOS Y LOS SEIS AÑOS

En este apartado hablaré de las diversas conductas motrices que adquiere el niño entre los dos y los seis años. Entre estas edades el campo de acción del adulto aumenta en proporción a la edad cronológica del niño. Expondré en que consiste dicho desarrollo motor y como influyen los juegos y el deporte en él.

Una vez que el niño ya anda sin dificultad, su marcha es correcta. Sin embargo, es posible perfeccionarla gracias a una serie de actividades que el niño debe realizar:

A)Equilibrio:

El equilibrio es la capacidad de mantener el centro de gravedad dentro de la base de sustentación del cuerpo. Descubrir todas las posibilidades de equilibrio, buscar los límites de este, explorar los factores que le aumentan o disminuyen, es tan importante como mantener correctamente una situación de equilibrio.

El maestro debe conocer aquellas tareasque pongan en juego los factores de equilibrio. Las caídas, las paradas bruscas, las disminuciones de la base de sustentación, aumentar la altura, etc., suponen para el niño situaciones problemáticas en las que el equilibrio es el elemento más importante.

No hay que olvidar que en esta edad mantener el equilibrio es una habilidad difícil de dominar y que requiere, por parte del niño, un gran esfuerzo nervioso y de concentración.

Aplicado a la didáctica, el maestro puede hacer que sus alumnos practiquen el equilibrio con su propio cuerpo en el gimnasio, en el aula, en el patio... durante mucho o poco tiempo, individual o colectivamente, y ayudado o no por diversos objetos. Los objetivos del maestro son los siguientes:

Dominio del gesto y del tono muscular para mantenerse.

Aprendizaje de la caída.

Sentido del grupo en la elaboración de un proyecto conjunto.

Respeto a las realizaciones de los compañeros.

A continuación expondré algunos de los ejercicios que el maestro puede proponer al

alumno para dominar la técnica del equilibrio.

1.Utilizando su propio cuerpo: el niño puede equilibrarse en el suelo con cinco apoyos

(cabeza, manos y pies; nalgas, manos y pies), con cuatro apoyos (dos pies y dos manos; dos pies, una mano y la cabeza; dos manos, un pie y la cabeza), con dos apoyos ( dos pies; una mano y un pie), con tres apoyos (dos manos y un pie; la cabeza y dos pies; una mano y dos pies; la cabeza, una mano y un pie), con un solo apoyo (un pie).

2. Sobre un objeto: el niño puede equilibarse sobre un objeto sin desplazamiento o con desplazamiento. Para el primero el maestro habrá de introducir diversos objetos (cajas, sillas, taburetes...) y para el segundo deberá introducir gran material (bancos, taburetes). Por supuesto, el material se escoge en función de la acción a realizar.

2.1 Sin desplazamiento: mantener el equilibrio sobre objetos estables (sillas, cajas...) y sobre objetos inestables (balones, balones medicinales...)

2.2 Con desplazamiento: desplazarse sobre distintos objetos de formas diferentes (taburetes, bancos, barras...), desplazarse realizando a la vez otra acción, y desplazarse cerrando los ojos en algunos momentos.

3. Transportando o manteniendo un objeto: de la misma forma, el niño puede hacerlo sin desplazamiento o con desplazamiento. El maestro deberá proporcionar a cada alumno material de pequeñas dimensiones (aros, picas, cajas...).

3.1 Sin desplazamiento: mantener en equilibrio un objeto pequeño sobre la cabeza o sobre otras partes del cuerpo.

3.2 Con desplazamiento: desplazarse manteniendo la pica en equilibrio o desplazarse transportando otros objetos sobre el vientre o la espalda.

4. Colocando en equilibrio diversos objetos: en este caso, el niño puede practicar el equilibrio tanto individualmente como colectivamente. El maestro debe dispersar por el espacio la mayor cantidad posible de material.

4.1 Individualmente: colocar en equilibrio objetos de un mismo color, forma, material, tamaño...

4.2 En grupo: realizar una construcción sobre la que el niño se pueda subir, más alta que él, o con más objetos. También desmontar la construcción sin que se caiga.

B) Carrera:

Es en esta edad cuando el niño puede comenzar a realizar “la carrera”, pues a pesar de andar de forma apresurada en años anteriores, no se podía considerar carrera, ya que el niño no tenía la capacidad de levantar ambos pies del suelo al mismo tiempo.

Para que adquiera dicha capacidad, el niño ha de poseer la fuerza necesaria en el tren inferior, y una vez que la posee, es capaz de realizar desplazamientos.

Desplazarse constituye el conjunto de acciones posibles del niño; acciones corrientes de saltar, trepar, correr... o aquellas más específicas como patinar, deslizarse... con las cuales puede relacionarse con otros niños.

Los desplazamientos le permiten un mayor conocimiento del objeto y del medio, objeto y medio inducen a respuestas motrices ricas y variadas.

Aplicado a la didáctica, el maestro puede hacer que sus alumnos practiquen los desplazamientos utilizando diversas partes del cuerpo, preferentemente andando, corriendo, saltando, reptando, en cuadrupedía, rodando, etc; y pueden hacerlo en el gimnasio, en la pista de atletismo, en el patio, en el bosque, en el parque... El niño se puede desplazar rápido o lento, adelante o atrás, y lateralmente; individual, por parejas o en grupo, y ayudado por diversos objetos. Los objetivos del maestro son los siguientes:

Seguir un ritmo, una cadencia.

Seguir un recorrido.

Desplazarse con un objeto.

Franquear obstáculos.

Esquivando cosas o personas.

A continuación expondré algunos de los ejercicios que el maestro puede proponer al

alumno para dominar los desplazamientos.

1. Individualmente:

1.1 Sin material: El niño corre hacia delante y hacia atrás, en línea recta, en círculo, con cambios de dirección, con diferentes amplitudes de zancada y con diferentes tipos de apoyo (sobre las puntas y los talones).

1.2 Con material fijo: Carrera en ziz-zag, seguir líneas trazadas en el suelo, andar por encima de un banco (de frente, de espaldas, de lado), saltar por encima de un banco (apoyando un pie, con la ayuda de manos), deslizándose por encima del banco (sobre el vientre, la espalda o las rodillas), pasar por debajo del banco, pasar corriendo por aros poniendo un pie dentro de cada aro, saltar por encima de cada aro, hacer un recorrido con los aros y pasar corriendo o saltando, pasar por encima de un elástico corriendo o por debajo de ésta arrastrándose o en cuadrúpeda...

1.3 Con material móvil: El niño corre al lado o detrás de un balón que rueda, correr para recoger una pelota que han lanzado, correr con la pelota en las manos, hacer rodar un aro y correr siguiendolo o adelantándolo, llevar una tablilla encima de la cabeza...

2. En grupo:

2.1 Sin material: Los niños corren detrás, al lado o delante de otro compañero.

2.2 Con material fijo: Los niños pasan por encima de un banco o saltan por encima de cajas cogidos de la mano.

MODELO DE CLASE: El modelo de clase más práctico y más eficaz para los alumnos, será evidentemente uno que combine todos o casi todos los ejercicios expuestos anteriormente. Para ello el maestro elaborará un recorrido con diferentes materiales que los alumnos deberán realizar después. A continuación dos ejemplos de dichos recorridos extraídos del libro “la actividad motriz en el niño de 3 a 6 años” ed.cincel.

C) Trepa:

Con un año de edad aproximadamente, el niño intenta trepar por un objeto de la misma forma que repta por el suelo, levantando una pierna y la otra a continuación, ayudándose siempre con las manos. Más tarde el niño desarrollará fuerza en las piernas, coordinación y equilibrio suficientes para trepar por el objeto sin ayuda, lo que ocurre sobre los tres años de edad aproximadamente, aunque hasta los cuatro no sabrá descender del objeto que anteriormente ha “escalado”.

Los ejercicios que expondré a continuación ayudarán al alumno a desarrollar más ampliamente esa capacidad de trepar, y realizando estos ejercicios reiterativamente, el niño sabrá salvar obstáculos trepándolos tal y como si de un adulto se tratase. Estas actividades precisan de un acuerda suspendida desde el techo, y unas colchonetas colocadas debajo de estas cuerdas.

Como modo de exploración y descubrimiento: Los niños...

Suben por las cuerdas de trepar.

Suben por las cuerdas y se dejan caer en las colchonetas.

Utilizan la cuerda a modo de liana.

Quedan suspendidos de la cuerda y el resto le empujen balanceándole.

En carrera, saltan a coger la cuerda y quedan suspendidos en ella.

La actividad en cuestión: El niño...

Parado en el suelo, utilizando la cuerda como liana, se desplaza del suelo a la colchoneta.

Lo mismo pero con carrera.

El niño se sube en la cuerda y otro le empuja.

Con dos colchonetas, balanceándose en la cuerda va de una a otra.

D) Lanzamientos, golpeos, recogidas y recepciones:

El golpeo con el pie o patada es una acción que necesita principalmente coordinación óculo-pédica, fuerza suficiente para elevar la pierna y golpear, y equilibrio para mantenerse sobre una pierna mientras golpea con la otra. A los dos años el niño ya puede realizar esta acción, pero para llegar ha hacerlo correctamente deben pasar unos años más. Hasta los seis años aproximadamente, debemos educar al niño con ciertos ejercicios para lograr que sea capaz de golpear un objeto con precisión.

El niño ya comienza a practicar el lanzamiento cuando a su corta edad suelta los objetos o los tira. Sin embargo, esto no puede considerase lanzamiento, pues no se constituye de los distintos mecanismos que intervienen en el lanzamiento. Ya a los seis meses, el niño puede lanzar un objeto velozmente, y a los doce puede orientarlo sin precisión al lanzarlo, interviniendo únicamente los brazos. Para que el niño aprenda y desarrolle la acción del lanzamiento en sí, utilizando brazos, piernas y tronco, debemos someterle a la realización de varios ejercicios, de los cuales algunos expondré a continuación.

Por otra parte, a la edad de tres años, el niño no está preparado para realizar movimientos como la recepción o recogida, pues sus brazos y sus manos no se flexionan lo necesario para realizar estas actividades. A los cuatro años el niño comienza a abrir y cerrar las manos con el fin de recoger un objeto, y a los cinco ya mantiene los brazos relajados junto al cuerpo, y los extiende para recibir un objeto. El niño tiene capacidad de atrapar objetos estáticos, pero la recepción de un objeto en movimiento requiere el desarrollo del tiempo de reacción (el tiempo que transcurre desde que el niño percibe un estímulo hasta que reaccione a él) y del tiempo de ejecución (el tiempo total que consume el niño en la realización de la acción). Los ejercicios que expondré a continuación, ayudarán al niño a desarrollar dichas variables.

La casi infinita variedad de posibilidades motrices que cada una de estas tareas proporcionan por sí solas o combinadas, permite al niño situarle ante un mundo de exploración cada vez más complejo. Es recomendable que al abordar esta área el maestro permita al niño disponer del tiempo necesario para satisfacer sus necesidades de exploración y creación que, en general, debe ser superior al de las actividades de las otras áreas.

Al mismo tiempo, el manejo casi constante de pelotas, balones o globos, suscita y ofrece al niño muchas posibilidades de relación intergrupal que el maestro debe aprovechar para promover todo tipo de tareas en pequeños a grandes grupos.

Aplicado a la didáctica, el maestro puede hacer que sus alumnos practiquen los desplazamientos utilizando diversas partes del cuerpo, y pueden hacerlo en el gimnasio, aprovechando las paredes, en el patio... El niño puede realizar la acción lejos o cerca, fuerte o flojo, a un lado de, delante y detrás de, hacia un objeto o compañero, con desplazamiento, sin desplazamiento, rodando...; individual, por parejas o en grupo, y ayudado por diversos objetos. Los objetivos del maestro son los siguientes:

Obtener un afinamiento motor a nivel de la aciión.

Diversificación de respuestas.

Complejidad de respuestas: encadenar varias tareas.

Mejora de la respuesta motriz en una situación dada.

Desarrollo de la capacidad de creación del niño.

A continuación expondré algunos de los ejercicios que el maestro puede proponer al alumno para dominar los lanzamientos, golpeos, recogidas y recepciones.

1. Botando un balón:

El maestro dejará los balones distribuidos por la sala, uno por niño. El niño podrá botar el balón en el sitio (delante, alrededor, variando la altura, en posición de sentado, de rodillas, al mismo tiempo que el compañero) o botarlo con desplazamiento (andando, corriendo más o menos deprisa...). También el maestro podrá incluir varios aros o bancos. Con un aro en el suelo, el niño podrá botar el balón alrededor del aro o dentro de él, en el exterior desde el interior del aro, en cada aro... Podrá, subido en un banco, botar el balón en el suelo o sobre el mismo banco, caminar por un lado del banco botando por el otro...

2. Utilizando un globo:

Únicamente con el globo, el niño podrá golpearlo hacia arriba, pasarlo de una mano a la otra, golpearlo con la cabeza y cogerlo con las manos, intercambiar el globo con el compañero... Con ayuda de la pared, el niño podrá hacer rebotar el globo sin que se caiga, utilizando cada vez una mano distinta, enviándolo lo más lejos posible... Con la ayuda de un bastón o pica, el niño podrá golpear el globo sucesivamente o manteniéndolo en el aire, por parejas golpear alternativamente dos globos... Eliminando los globos, golpear con las picas en el suelo creando un ritmo.

E) Salto:

Es en la edad de año y medio cuando se comienzan a ver los inicios del salto en el niño: comienza a superar obstáculos bajos. A los dos años y medio el niño quiere pasar de una posición alta a otra más baja, dejando caer un pie detrás de otro y permaneciendo muy poco tiempo en el aire. A los dos años el niño ya se impulsa con los dos pies y con recepción de las dos piernas. Para que el niño sea capaz de realizar todo tipo de saltos con las dos piernas, con una, con recepción de ambas, o de una sola, es conveniente que también en este aspecto realicen ejercicios indicados para desarrollar su capacidad de salto.

Aplicado a la didáctica, la acción de saltar provoca respuestas motrices diversas y diferentes. En cuanto a los saltos, conviene especialmente:

Evitar la monotonía de las repeticiones que engendrarán la fatiga y el desinterés.

Buscar la simplicidad técnica y de lenguaje.

No olvidar que el juego es el factor más importante en la motivación del niño.

Saber que el niño tiene una tendencia innata a imitar. La imitación permite la adquisición indispensable de automatismo.

El maestro puede hacer que sus alumnos practiquen los saltos utilizando diversas partes del cuerpo, y pueden hacerlo en el gimnasio, al aire libre, en el patio... El niño puede saltar el altura, en longitud, encadenando saltos, frontal, lateral, atrás, con giros, cayendo desde una altura, subiendo a una altura...; individualmente, por parejas o en grupo, y ayudado por diversos objetos. Los objetivos del maestro son los siguientes:

Dominio del salto (más alto, más rápido, más lejos...)

Variar las posibilidades del salto (con un pie, dos pies, pies juntos, separados...)

Encadenar los saltos.

Imitar a los compañeros.

Modificar los saltos en función del medio.

A continuación expondré algunos de los ejercicios que el maestro puede proponer al

alumno para dominar los saltos.

1. Sin material:

Individualmente: El niño salta sobre el propio terreno con un pie, a pies juntos, con los pies separados, alto o bajo... y combinando estos elementos. Puede además saltar con desplazamiento: hacia delante, hacia atrás, lateral, con medio giro.

En grupo: El niño podrá saltar sin desplazarse al mismo tiempo que los otros, uno después de otro.

2. Con material:

Individualmente: El maestro distribuirá aros por la superficie del gimnasio. Cada niño con su aro salta dentro y fuera, adelante y atrás, de lado, corriendo... Con varios aros saltará a pata coja, con apoyos diferentes, a pies juntos... El maestro también podrá situar bancos distribuidos por el gimnasio y darles una cuerda. El ejercicio consiste en que el niño salta por encima del primer banco que encuentra: subiendo con los dos pies al banco, con un pie, o con la ayuda de las manos. Otra vez en el suelo, cada niño mantiene su curda y salta hacia delante y hacia atrás. También podrá utilizarse un balón. El niño podrá desplazarse saltando con el balón entre las rodillas.

- En grupo: Unos sostienen la cuerda y los otros saltan, u organizan un

recorrido de obstáculos.

Como he dicho anteriormente, el desarrollo motor en los niños de 0-6 años debe realizarse a través de ejercicios propuestos por el maestro en la escuela. Pero además, se ha de saber que estos ejercicios han de ser propuestos en forma de juegos, con el fin de que la motivación y el interés del alumno no decaigan. Para finalizar mi trabajo expondré varios juegos que el maestro puede elaborar para su clase:

jueves, 15 de octubre de 2009

Etapas del Desarrollo de Piaget!!!!

Desarrollo Fetal!!!!

martes, 13 de octubre de 2009

Etapa Maternal =)


Los niños que asisten a los Jardines Maternales son muy pequeños, por esto es que, como docentes, debemos preguntarnos no sólo que les vamos a brindar sino que es lo que realmente necesitan.
Es función de nuestro rol, saber propiciar actividades que resulten placenteras, imprescindibles y favorecedoras de aprendizajes.
Siempre se ha dicho que es fundamental ver, distinguir, apreciar y ayudar acompañando la manifestación de lo particular. Pero de hecho esto prácticamente no ocurre. Es importante que podamos interrogarnos acerca de cómo podemos estar atentas a los requisitos de cada niño. Pero esto no resulta sencillo.

Pensemos que proponemos actividades a un grupo de 15 niños de 1 año y medio, por ejemplo, con consignas específicas y donde todos a un mismo tiempo las realizan ¿Podemos decir que estamos respetando los intereses propios de cada niño?
De esta realidad de todos los días tenemos que poder separar, distinguir, conocer cuáles son las que le ayudan al niño a crecer, fortaleciendo su Yo que se está integrando, y cuales no.
¿Pero somos conscientes de esto? Porque si así es tendríamos que plantearnos porqué se continúa haciéndolo.

Podemos ofrecerles actividades que propicien un verdadero aprendizaje, permitiéndo a los niños apropiarse de las cualidades intrínsecas de los elementos que lo rodean. Que les posibiliten poco a poco formar imágenes, representaciones mentales, abstracciones para luego arribar a la conceptualización de los objetos.

El pensamiento, las operaciones ideatorias necesitan de la exploración sensoriomotriz para construir las bases futuras de una expresión creativa que le permita al niño ser capaz de adaptarse activamente a la realidad.
Es importante elegir los elementos de acuerdo al momento en que se encuentra el niño dentro del proceso de su desarrollo como individuo. Individuo y no grupo.
Podemos comprender que los niños en su crecimiento van desarrollándose en una relación directa entre sus capacidades y la función del entorno.
Winnicott estudió particularmente las relaciones entre los niños más pequeños y su entorno. Específicamente la díada madre-hijo y cómo influye ésta en el desarrollo del bebé, las relaciones que se establecen y sus consecuencias en el futuro del niño. Él centró su atención en la importancia del propio papel terapéutico del medio familiar a través de la atención sostenida de las necesidades de los niños.

Los niños de los Jardines Maternales desde muy pequeños se relacionan con ambos medios. Es así que el bebé interactúa en dos ámbitos diferentes con personas que le prodigarán no sólo cuidados esenciales sino que también embuirán todas sus acciones de su particular manera de ser y estar. Actitudes diferentes de su mamá y de su o sus maestras hacen de vital importancia la comunicación, la unicidad de criterios, la coherencia y sobre todo el respeto por este niño que es un todo a conocer.

En este espacio nuevo y particular, donde repentinamente se encuentran rodeados de muchos rostros nuevos, los bebés necesitan construir y afianzar un vínculo de apego capaz de sostenerlos durante las horas de ausencia materna. Un vínculo segurizante que les permita paulatinamente establecer nuevas relaciones para integrarse al Jardín, que se constituirá en su "segundo hogar". ¿Porqué utilizo esta expresión tan cuestionada? Porque en realidad en él se desarrollan todas las rutinas que antes estaban circunscriptas al hogar materno-paterno.

En la actualidad la mayoría de los niños de padres que trabajan deben ingresar a un Maternal y muchos lo hacen a los 45 días. ¿Cómo no tener esto en cuenta? Se dice, se habla, pero no se expresa con todas las letras la importancia fundamental de este paso, del "Hogar al Maternal". Quizás por ser un punto álgido se prefiere sostenerlo, desde la necesidad social, sin muchos conocimientos hasta ahora reales y profundos de la influencia de este nuevo entorno en el desarrollo futuro del niño.

Si nos detenemos ha analizar veremos que su intervención tiene un impacto enorme en la dinámica familiar y en la del niño en lo personal.
Pongámoslo así, una mamá tiene a su bebé y durante el primer año de vida permanece con él, en este tiempo establecen un vínculo fuerte, un lenguaje corporal, gestual un diálogo tónico emocional, donde a través de la empatía la mamá puede tener un acabado conocimiento de las necesidades de su bebé. Esto le permite satisfacerlas en la medida de sus posibilidades y del grado de lectura que ella tiene de las mismas. Así mismo juega un papel importante la figura paterna, el desplazamiento de la figura materna por la del papá, o su sustituto comienza a permitirle junto con las pequeñas ausencias de la madre y las pequeñas frustraciones que le provocan la no satisfacción total y absoluta de sus necesidades, a sentirse como un todo distinto de esta mamá que hasta ahora era un todo con él. Este interjuego se va dando naturalmente y progresivamente. El niño se va relacionando con el mundo que lo rodea, entrando poco a poco a un sinfín de normas que lo llevan a formar parte, más tarde, de una sociedad. Se está socializando desde que nace pero, sin embargo, lo más importante es lo primero que ocurre y es que se está constituyendo como persona.

Empieza a manifestar sus preferencias y sus inquietudes particulares, comienza a distinguir entre lo que le agrada y lo que no. Reconoce que hay personas que lo quieren y otras que él no conoce, y sabe expresar con quienes quiere estar. Comprende que puede manifestar desagrado y que será contenido, elige y prueba sobre lo que está a su alcance y obtiene conocimientos de lo que su acción puede ocasionar en las cosas y en los otros, conoce su poder y como utilizar sus herramientas. Una de ellas es el lenguaje que se construye desde un principio con las respuestas de su entorno, primero el corporal y el gestual, luego el verbal. Los silencios y los sonidos le aportan una secuencia que le ayuda a saber la diferencia entre ambos y la importancia de sus balbuceos y expresiones. Aprende que estos le permiten hacerse entender por los otros y lo utiliza. También conoce la fuerza de sus gestos como expresión de satisfacción o de disgusto porque ha tenido una lectura de ellos por parte de la familia que está atenta a sus demandas y a sus logros.
Cuando este bebé comienza a conocerce y a hacerse conocer comienza a mostrar su forma de ser en el mundo.
Y UNO puede estar con otros: elegir, discutir, convenir, construir, cuando sabe quién es ÉL mismo.
Empieza a mostrar cuáles son sus intereses y sus conocimientos, cuáles son sus capacidades y/o habilidades y cuáles no. Esto que se da espontáneamente en el seno de la familia a partir del momento que el bebé entra al Jardín Maternal comienza a ser compartido por ambos ámbitos y no lo podemos desconocer.

Una lectura y valoración apropiada de las manifestaciones es fundamental para tener una actitud acertada desde la tarea docente.
Es imprescindible que podamos definir prioridades, establecer objetivos en cuanto a las propuestas, a las acciones y decisiones que sí son pertinentes a la dinámica de una sala Maternal. Saber reforzar aquellas que son primordiales para la constitución de los niños en personas sanas y seguras, afectivamente estables, que puedan construir su personalidad con el aporte coherente de un medio sólido Hogar-Jardín.
Conocer y comprender que lo que hacen ambos, padres y docentes, es de vital importancia para el bebé, es el primer paso para replantearnos cuales son las actividades más adecuadas para realizar en el Jardín Maternal.
Indagar, conocer y sostener las individualidades trabajando en los momentos de las rutinas de cambiado y las comidas donde el diálogo de a dos, en todas sus formas, es fundamental.
Es en estos momentos de intimidad donde el bebé realmente necesita de la asistencia del adulto y donde podemos ver, sentir y conocer a cada niño.

La forma de tomarlo y de transportarlo es importantísima pues le estamos expresando a través de nuestra actitud como lo sostenemos. Y esto le transmite al niño seguridad y contención.

La mirada y el lenguaje que acompaña y anticipa cada acción a realizar por el adulto le proporciona estabilidad y tranquilidad al poder él saber que va a suceder. Estos momentos son fundamentales para establecer un diálogo corporal y gestual que nos acerque al universo del bebé y nos permita tener un conocimiento más acabado de él.
Estableciendo un vínculo de apego que le sirva de sostén para dirigir su atención primero y luego también su acción, hacia los objetos que están a su alrededor, abriéndose a la exploración y al conocimiento.
La relación vincular nos permitirá a nosotras docentes tener un mayor conocimiento de sus intereses y necesidades y a partir de ello podremos facilitar su resolución al acercarles lo que es apropiado. De esta forma estaremos favoreciendo el aprendizaje sin sobreestimular ni avasallar las motivaciones individuales, respetando las capacidades, fortaleciendo la autoestima a partir de reconocerlo competente.

Si miramos al niño con ojos que quieren ver, y que tienen en cuenta los procesos, tal vez descubramos que aprenden mucho si les acercamos los objetos de su verdadero interés y respetamos sus tiempos de análisis, ensayos y errores.
El conocimiento más profundo, es el que se adquiere a partir de la propia motivación.

Etapa Lactante =)


La etapa lactante abarca de los 0 a los 18 meses de edad. Durante este periodo el individuo es 100% dependiente de su madre o de un adulto que le proporcione cuidados y atenciones.

Esta etapa representa la base para un buen desarrollo posterior, ya que la falta de atención y cuidados se manifiestan en las etapas posteriores de la vida.

CARACTERÍSTICAS FÍSICAS

CRECIMIENTO FISICO

Aunque al momento del nacimiento los niños tienden a perder peso, con las semanas lo van aumentando al igual que su estatura.
El crecimiento de un neonato es acelerado, por ello al comparar a un recien nacido con un niño que tiene 3 semanas de su nacimiento, las diferencias son muy notables.

Durante esta etapa y hasta la pubertad, el desarrollo entre niñas y niños en cuanto a peso y estatura presenta marcadas diferencias; aunque tambien esta evolucion depende de varios factores como:

*Factor genetico
*Factores ambientales:
-Alimentaciòn
-Cuidados
-Afecto

El niño preescolar =)




El niño preescolar es un ser en desarrollo que presenta características, físicas, psicológicas y sociales propias, su personalidad se encuentra en proceso de construcción, posee una historia individual y social, producto de las relaciones que establece con su familia y miembros de la comunidad en que vive, por lo que un niño:

    • · Es un ser único
    • · Tiene formas propias de aprender y expresarse
    • · Piensa y siente de forma particular
    • · Gusta de conocer y descubrir el mundo que le rodea.

El niño es unidad biopsicosocial, constituida por distintos aspectos que presentan diferentes grados de desarrollo, de acuerdo con sus características físicas, psicológicas, intelectuales u su interacción con el medio ambiente.

En el programa de educación Preescolar de 1992 se distinguen cuatro dimensiones del desarrollo que son: Afectiva, Social, Intelectual y Física, las cuales han sido presentadas de esta manera con fines explicativos; y aún cuando las dimensiones se exponen en el programa en forma separada, el desarrollo es un proceso integral.

Se puede definir a la "dimensión", como la extensión comprendida por un aspecto de desarrollo, en la cual se explicitan los aspectos de desarrollo, en la cual se explicitan los aspectos de la personalidad del objetivo.

DIMENSIONES DEL DESARROLLO Aspectos del desarrollo que se considera en cada una:

· Dimensión Afectiva:

    • · Identidad personal
    • · Cooperación y participación
    • · Expresión de afectos
    • · Autonomía

· Dimensión Social:

    • · * Pertenencia al grupo
    • · * Costumbres y tradiciones familiares y de la comunidad
    • · * Valores Nacionales

· Dimensión Intelectual:

    • · Función simbólica
    • · Construcción de relacones lógicas: Matemáticas y Lenguaje
    • · Creatividad

· Dimensión Física:

    • · Integración del esquema corporal
    • · Relaciones espaciales
    • · Relaciones temporales

DIMENSIÓN AFECTIVA Esta dimensión está referida a las relaciones de afecto que se dan entre el niño, sus padres, hermanos y familiares con quienes establecen sus primeras formas de relacionar, más adelante se amplía su mundo al ingresa al Jardín de Niños, al interactuar con otros niños, docentes y adultos de su comunidad.

La afectividad en el niño se aplica emociones, sensaciones y sentimientos; su autoconcepto y autoestima están determinadas por la calidad de las relaciones que establece con las personas que constituyen su medio social.

Los aspectos de desarrollo que están contenidos en esta dimensión son:

1. Identidad personal

2. Cooperación y participación

3. Expresión de afectos

4. Autonomía Identidad personal:

Se constituye a partir del conocimiento que el niño tiene de sí mismo, de su aspecto físico, de sus capacidades y el descubrimiento de lo que puede hacer, crear y expresar; así como aquello que lo hace semejante y diferente de los demás a partir de sus relaciones con los otros.

Cooperación y participación: Se refiere a la posibilidad de intercambios de ideas, habilidades y esfuerzos para lograr una meta en común, Paulatinamente el niño preescolar descubre la alegría y satisfacción de trabajar conjuntamente, lo que gradualmente, lo llevará a la descentración, y le permite tomar en cuenta los puntos de vista de los otros.

Expresión de afectos: Se refiere a la manifestación de sentimientos y estado de ánimo del niño, como: alegría, miedo, cariño, rechazo, agrado, desagrado, deseo y fantasía, entre otros. Posteriormente, llegará a identificar estas expresiones en otros niños y adultos.

Autonomía: "Autonomía" significa ser gobernado por uno mismo, bastándose así mismo en la medida de sus posibilidades. Es lo opuesto a heteronomía, que quiere decir, ser gobernado por otros.

DIMENSION SOCIAL Esta dimensión se refiere a la transmisión, adquisición y acrecentamiento de la cultura del grupo al que se pertenece, a través de las interrelaciones con los distintos integrantes del mismo, que permite al individuo convertirse en un miembro activo de su grupo.

En las interrelaciones con las personas, se produce el aprendizaje de valores y prácticas aprobadas por la sociedad, así como la adquisición y consolidación de los hábitos encaminados a la preservación de la salud física y mental. Estos aprendizajes se obtienen por medio de vivencias, cuando se observa el comportamiento ajeno y cuando se participa e interactúa con los otros en los diversos encuentros sociales.

Durante el proceso de socialización, gracias a la interacción con los otros, el niño aprende normas, ábitos, habilidades y actitudes para convivir y formar parte del grupo al que pertenece.

Después de que el niño adquiere la identidad personal, al estar inmerso en la cultura de su localidad, región y país, va logrando construir la identidad cultural, gracias al conocimiento y apropiación de la riqueza de costumbres y tradiciones de cada estado de la República, de cada región y de cada comunidad, a la cual se pertenece, en donde existen diversas manifestaciones culturales como: lengua, baile, música, comida, vestimenta, juego y juguetes tradicionales.

En el nivel preescolar se propicia en el niño el conocimiento y aprecio por los símbolos patrios y por momentos significativos de la historia, local, regional y nacional. Los aspectos del desarrollo que contiene esta dimensión son:

Pertenecía al grupo: Se constituye a partir de la relación del individuo con los miembros de su grupo por medio de la interacción; las oportunidades de cooperar, la práctica de normas de convivencia y la aceptación dentro del grupo, le permite sentirse paste de él.

Costumbres y tradiciones familiares y de la comunidad: Se refiere a las prácticas que cada pueblo ha sido elaborado en su devenir histórico y que se expresan en múltiples formas dentro del hogar y comunidad: bailes, cantos, comida, fiestas populares, tradiciones religiosas.

Valores nacionales: Se refiere al fortalecimiento y preservación de los valores éticos, filosóficos y educativos, que cohesionan e identifican a los mexicanos, a partir del conocimiento de la historia de nuestro país y de sus características económicas, políticas, sociales y culturales, así como la apreciación de los símbolos históricos nacionales.

DIMENSION INTELECTUAL La construcción del conocimiento en el niño, se da a través de las actividades que realiza con los objetos, ya sean concretos, afectivos y sociales, que constituyen su medio natural y social. La interacción del niño con los objetos, personas, fenómenos y situaciones de su entorno le permiten descubrir cualidades y propiedades físicas de los objetos que en un segundo momento puede representar con símbolos; el lenguaje en sus diversas manifestaciones, el juego y el dibujo, serán las herramientas para expresar la adquisición de nociones y conceptos.

El conocimiento que el niño adquiere, parte siempre de aprendizaje anteriores, de las experiencias previas que ha tenido y su competencia conceptual para asimila nuevas informaciones. Por lo tanto el aprendizaje es un proceso continuo donde cada nueva adquisición tiene su base en esquemas anteriores, y a la vez, sirve de sustento a conocimientos futuros.

La construcción de relaciones lógicas está vinculada a la psicomotricidad, al lenguaje, ala afectividad y socialización del niño, lo que permite resolver pequeños problemas de acuerdo a su edad.

Los aspectos del desarrollo que constituye esta dimensión son:

Función simbólica: Esta función consiste en la posibilidad de representar objetos, acontecimientos, personas, etc., en ausencia de ellos. Esta capacidad de representativa, se manifiesta en diferentes expresiones de su conducta que implica la evocación de un objeto.

Construcción de relaciones lógicas: Es el proceso a través del cual a nivel intelectual se establecen las relaciones que facilitan el acceso a representaciones objetivas, ordenadas y coordinadas con la realidad del niño; Lo que permitirá la construcción progresiva de estructuras lógica - matemáticas básicas y de la lengua oral y escrita.

Las nociones matemáticas son:

Clasificación: Es una actividad mental mediante la cual se analiza las propiedades de los objetos, estableciendo relaciones de semejanza y diferencia entre los elementos, delimitando así sus clases y subclases.

Seriación: Consiste en la posibilidad de establecer diferencias entre objetos, situaciones o fenómenos estableciendo relaciones de orden, en forma creciente o decreciente, de acuerdo con el criterio establecido.

Conservación: Es la noción o resultado de la abstracción de las relaciones de cantidad que el niño realiza a través de acciones de comparación y establecimiento de equivalencias entre conjuntos de objetos, para llegar a una conclusión más que, menos que, tantos que.

Lenguaje oral: Es un aspecto de función simbólica. El lenguaje responde a la necesidad de comunicación; el niño utiliza gradualmente palabras que representan cosas y acontecimientos ausentes.

Por medio del lenguaje se puede organizar y desarrollar el pensamiento y comunicarlo a los demás, también permite expresar sentimientos y emociones.

La adquisición del lenguaje oral, no se da por simple imitación de imágenes y palabras, sino porque el niño ha creado su propia explicación, ha buscado regularidades coherentes, ha puesto a prueba anticipaciones creando su propia gramática selectivamente la información que le brinda el medio.

Lenguaje escrito: Es la representación gráfica del lenguaje oral; para la reconstrucción del sistema de escritura el niño elabora hipótesis, las ensaya, las pone a prueba y comete errores, ya que para explicarse lo que es escribir, pasa por distintas etapas las cuales son: presilábica, silábica, transición silábico - alfabética.

Creatividad: Es la forma nueva u original de resolver problemas y situaciones que se presentan, así como expresar en un estilo personal, las impresiones sobre el medio natural y social.

DIMENSION FISICA a través del movimiento de su cuerpo, el niño va adquiriendo nuevas experiencias que le permite tener un mayor dominio y control sobre sí mismo y descubre las posibilidades de desplazamiento con lo cual paulatinamente, va integrando el esquema corporal, también estructura la orientación espacial al utilizar su cuerpo como punto de referencia y relacionar los objetos con él mismo.

En la realización de actividades diarias del hogar y jardín de niños, el niño va estableciendo relaciones de tiempo, de acuerdo con la duración y sucesión de los eventos y sucesos de su vida cotidiana.

Los aspectos de desarrollo que constituyen esta dimensión son:

Integración del esquema corporal: Es la capacidad que tiene el individuo para estructurar una imagen interior (afectiva e intelectual) de sí mismo.

Relaciones espaciales: Es la capacidad que desarrolla el niño para ubicase en el espacio, los objetos y las personas con referencia así mismo y a los demás.

Relaciones temporales: Es la capacidad que desarrolla en niño ubicar hechos en una sucesión de tiempo, paulatinamente diferenciará la educación, orden y sucesión de acontecimientos, que favorecerá la noción temporal.